Este tema de seguro es bastante delicado para cualquiera, por lo que lo trataré a modo muy personal y con el mayor cuidado posible.
Existe una familia de apellido, esa que no puedes elegir desde que naces, la que te ve crecer, que te soporta tus maldades de niño y las de adolescente también, no se cuál de las dos etapas sea peor.
En mi caso tengo un más que grato recuerdo de mi madre que siempre tenía que poner la cara cuando su hijo caía en desgracia.
Pero así como uno va creciendo se va relacionando, conoce gente, le madura el cerebro, se define la personalidad y la identidad, asumes tus propios riesgos y tomas tus opciones personales.
¿Cuántos de los que están leyendo esto no optaron una vez por la más personal opción de seguir a Jesús?
De seguro varios y... ¿qué pasó en ese entonces? Les diré lo que pasó en mi caso.
Comencé a sentir que ya no era yo solo luchando contra el mundo, sino que además tenía alguien mayor en quién confiar y en quién apoyarme, Jesús obviamente, pero junto con él encontré a un montón de otros locos que al igual que yo mantenían la misma fe y los mismos pensamientos.
Desde ese día, todo ese montón de locos pasaron a ser también parte de mi familia, con los que en muchos momentos, producto de mi torpe carácter he tenido más de un altercado, que en infinitas ocasiones han debido soportar mis arrebatos y malas mañas, pero que por sobre todas las cosas, aún mantienen ese mismo espíritu de trabajo y esfuerzo que hasta el día de hoy nos une. Para siempre o no, eso depende de cada uno.
Y la pregunta primera sigue en pie; es difícil responder, pero una vez más acudiré a mi situación personal para no herir a cualquiera más susceptible de lo normal.
Acudía a la iglesia junto a mi familia. Mis papás y mis hermanos. Mi madre enfermó gravemente y nos dejó, desde antes de aquello con mis hermanos ya teníamos una distante relación con mi padre, no por gusto solamente, sino por reiterados comportamientos erróneos que de su parte se dejaron ver, no esperen que los detalle acá.
Un día mi padre decidió revelarse contra el sistema iglesia. La verdad no sé si decidió revelarse o sólo ya no pudo ocultar más su hipócrita comportamiento. [En realidad, sí lo sé, pero suena mejor expuesto de esa forma]
Se puso en pie y se marchó del pueblo dejando tras de sí a sus hijos en la congregación en dónde él mismo, junto a mi madre nos habían educado que era donde debíamos estar.
Como hijo tuve que tomar una decisión, no menos dolorosa. Decidí que por sobre todas las cosas yo sigo siendo hijo del padre por excelencia, Cristo, y que por lo tanto, no me apartaría de mis hermanos, los que desde ahora se transformarían en mi verdadera familia.
Desde ese día, todo ese montón de locos pasaron a ser también parte de mi familia, con los que en muchos momentos, producto de mi torpe carácter he tenido más de un altercado, que en infinitas ocasiones han debido soportar mis arrebatos y malas mañas, pero que por sobre todas las cosas, aún mantienen ese mismo espíritu de trabajo y esfuerzo que hasta el día de hoy nos une. Para siempre o no, eso depende de cada uno.
Y la pregunta primera sigue en pie; es difícil responder, pero una vez más acudiré a mi situación personal para no herir a cualquiera más susceptible de lo normal.
Acudía a la iglesia junto a mi familia. Mis papás y mis hermanos. Mi madre enfermó gravemente y nos dejó, desde antes de aquello con mis hermanos ya teníamos una distante relación con mi padre, no por gusto solamente, sino por reiterados comportamientos erróneos que de su parte se dejaron ver, no esperen que los detalle acá.
Un día mi padre decidió revelarse contra el sistema iglesia. La verdad no sé si decidió revelarse o sólo ya no pudo ocultar más su hipócrita comportamiento. [En realidad, sí lo sé, pero suena mejor expuesto de esa forma]
Se puso en pie y se marchó del pueblo dejando tras de sí a sus hijos en la congregación en dónde él mismo, junto a mi madre nos habían educado que era donde debíamos estar.
Como hijo tuve que tomar una decisión, no menos dolorosa. Decidí que por sobre todas las cosas yo sigo siendo hijo del padre por excelencia, Cristo, y que por lo tanto, no me apartaría de mis hermanos, los que desde ahora se transformarían en mi verdadera familia.
Entonces, ¿cuál es ahora mi verdadera Familia?, exacto los que no se rinden, los que permanecen al pie del cañón, los que se reúnen de continuo en el templo del señor, y por sobre todo, se esfuerzan y trabajan con un mismo fin, llevar el mensaje más importante a cada rincón de la ciudad en que vivimos.
Si a alguno le parece escandaloso, recuerde las palabras de Jesús cuando le dicen que su madre y sus hermanos le buscan... no los dejó para nada bien parados... ¿se equivocó Jesús?
Siempre es difícil decidir, pero es más reconfortante cuando se tiene la claridad de que se hace lo correcto. Por mi parte, Dios se ha encargado de simplificarme un poco las cosas y de poner a cada paso que damos junto a mis hermanos [Aquí me refiero a los que nacimos del mismo útero], personas de buen corazón que nos cuidan y nos protegen, no estamos desamparados ni lo estaremos jamás, porque es Dios quien va delante de nosotros...
Dejo sólo un texto para complemento:
Gálatas 6:10.- "Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la Fe".