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Que no se aprovechen de ti!

Cuando las cosas se ponen difíciles, se agradece una mano de ayuda.

Cuando las necesidades se vuelven imperiosas, nada más reconfortante que recibir una palabra de ánimo, pero mejor aún algo con lo cual podamos satisfacerla.

El cristiano es ante todo, una persona llamada a la colaboración, no sólo con sus hermanos, sino que también con aquellos que conviven al rededor de nosotros, con necesidades de todo tipo, a veces mucho mayores a las materiales.

Cuando uno se niega a prestar esa ayuda o colaboración, esta directamente en contra de todo lo enseñado en las escrituras...

Se puede leer en 1 Juan 3:14.- Pero el que... ve a su hermano en necesidad y cierra su corazón contra él, ¿cómo puede morar el amor de Dios en él?

Ese es el primer punto, ayudar a otros nos hace mejor persona y proyecta el amor de Dios en nosotros.

Ahora cuidado, porque existen como en todo ámbito de cosas, seres inescrupulosos que buscan constantemente la oportunidad para sacar partido de aquel que tiene por sana costumbre ayudar a los demás.

Sí señores y por favor, no es necesario mirar tan lejos, porque aunque no nos guste, al interior de las iglesias hay también personas de este tipo. Aquellos que sin tener el más mínimo cuidado de su testimonio, cometen errores graves que muchas veces dañan a aquellos que aún no se desarrollan por completo al interior de la comunidad iglesia. Proyectan además una imagen negativa hacia el exterior, haciéndole un flaco favor a todos los demás que sí se preocupan por ser personas honestas.

¿Qué hacer entonces cuando este tipo de personas se aprovechan de aquellas enseñanzas bíblicas, promotoras de la cooperación y buena fe entre hermanos?

Lo que queda solamente es esperar en Dios, a que su justicia opere. No corresponde al damnificado tomar arte ni parte, crea en Dios y deje que el haga lo suyo. Como se dice popularmente, busque hacer el bien sin mirar a quien, en algún momento tendrá su recompensa.

Bendiciones...