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Domingo de Bendición...

Una iglesia está llamada a ser un espacio de luz en medio de su comunidad. Es allí el lugar preciso para comunicarle a otros del amor de Dios. Lo es también la calle, las plazas, las canchas de fútbol, las playas de la zona, el barrio del amigo, etc.

De todos estos lugares bien sabemos todos los que cada año y en distintas épocas realizamos trabajos de evangelismo, irrumpiendo en la comunidad con un gran escenario, múltiples equipos y músicos de calidad.


Pero ciertamente el lugar de refugio de toda la iglesia, luego de cumplir con nuestras tareas evangelísticas es el templo. No importa qué características tenga, si es muy chico o medianamente grande, si tiene sillas o mantiene las bancas, lo que importa realmente es que quienes lo ocupan forman parte de una familia con fines comunes y que aquellos que llegan cómo invitados, lo hacen porque reconocen una necesidad, de sentirse acogidos, de sentirse amados, parte de un pueblo, pero lo más importante, sentir que desde ese momento hay alguien que está dispuesto a cargar con sus problemas, a transformarlos en propios, a prestar una mano de ayuda, un oído atento para escuchar nuestras aflicciones...

Hay veces en que estas personas son llamadas al acercamiento a Dios, a probar un poco de su amor, de sus muestras de cariño, son invitadas a, voluntariamente aceptar un desafío, son invitadas a tomar responsabilidades, a decir sí, yo quiero ser parte de la iglesia, quiero ser parte del pueblo, quiero ser valiente y recibir de Dios la enseñanza para una vida nueva.

Este Domingo que acabamos de pasar, justo antes de recordar nuevos días de semana santa, hubo muchos jóvenes y personas que decididamente dijeron a esta invitación, acepto!

Voluntariamente se pusieron de pie y caminaron para dar testimonio público de lo que, en ese momento tocaba sus corazones, aquella experiencia sobre natural que algunos de nosotros hemos vivido y que no puede explicarse fácilmente con palabras, esa experiencia que emociona, que comprime el corazón y lo hace estallar de alegría y conformidad de estar haciendo lo correcto.

Bendecimos desde éste humilde espacio en Internet, a todos aquellos que fueron valientes para vencer la timidez. Les dejo con un par de fotografías de aquel momento...