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Bautismos entre aplausos

La semana pasada otra vez bajaron "nuevos hijos" a las aguas del bautismo en el templo de nuestra Iglesia. En esta oportunidad, dos personas, nuevos hermanos, que por motivos laborales no pudieron estar la vez anterior, pero que con el tiempo habían acumulado muchas más ganas.


bautismo en Tomé
La experiencia como siempre es emocionante, tanto que en medio de la ceremonia, las personas irrumpen con aplausos, cosa que me hizo recordar un listado con 20 cosas que nos hacen desesperarnos en la iglesia. Para aquellos que no recuerdan, en el punto 11 decía lo siguiente:
Los aplausos después de cada bautismo, como si se tratara de una competencia de clavados en una piscina. Lo único que faltaría serían los jueces y un sistema de puntuación como en las olimpiadas.
Después de esto habría que meditar en lo siguiente: ¿Por qué aplaude la gente? Ciertamente yo no podría hablar sobre la realidad de otras iglesias, porque obviamente no conozco el trabajo que realizan ni su metodología, pero creo que sí podría responder por las personas que componen la iglesia de la que somos parte y es sólo porque el esfuerzo y el trabajo ha sido tan fuerte durante el año, que para nosotros cada bautismo es el premio más grande que podamos recibir en esta tierra.

Si acostumbras a leernos, te habrás dado cuenta que cada año iniciamos nuestros eventos con un trabajo especial en época de navidad, luego continuamos con salidas a terreno cada fin de semana, en donde el grupo completo dedica tiempo y sacrificio para llevar el mensaje a los rincones de nuestra ciudad, y todo esto, lo culminamos con un nuevo evento a gran escala con motivo de Semana Santa.

En cada uno de estos eventos la finalidad es una sola, mostrarle al mundo [obviamente no cristiano], lo bueno que ha sido Dios con nosotros, el amor que nos ha entregado y hacerles ver que con ellos podría ser exactamente igual, sin distinción de estrato social, condición económica o espiritual, que sólo hace falta acercarse y disponerse para ello, nada más.

Para cada uno de estos eventos, la Iglesia [o por lo menos la parte más comprometida y menos terca] separa un tiempo entre sus actividades cotidianas, algunos de ellos se apartan de sus trabajos dejando de lado sus intereses personales, otros sacrifican bienestar, otros desarrollo social o incluso profesional, todo por una sola convicción, porque creemos como cierto el mandato de Dios, "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura", "buscad primero el reino de Dios y todas las demás cosas os serán añadidas".

Eso es precisamente lo que hacemos, confiamos y creemos y nuestro Dios nos premia con ceremonias como estas, en que personas que alguna vez fueron muertos hoy tienen vida eterna.

¿Acaso no merece ese premio un aplauso con todas las ganas? Yo creo que sí, pero no para nosotros, no para el pastor que nos guía ni para el que acepta ser bautizado, sino para el único Rey de Reyes, quien nos permite ser parte del trabajo y cooperar con nuestro pequeño granito de arena.

Así que la próxima vez que alguien acepte seguir a Dios en su corazón y sea valiente para dar testimonio público de su fe, yo volveré a aplaudir a Dios con alegría e iniciaremos nuevamente una fiesta, por estos nuevos hijos que han pasado de muerte a vida eterna.

Bendiciones a todos...